En un acto electoral del Presidente Zapatero en Canarias, quiso apuntarse un tanto refiriéndose al reciente acuerdo pesquero que la Unión Europea ha firmado con Marruecos, indicando que por fin los pesqueros canarios pueden volver a faenar en aguas marroquíes. En ese momento, una voz, la del Presidente de la Asociación Canaria de Amigos del Sahara, se alzó para hacer una puntualización absolutamente necesaria, gritando que son aguas saharauis, no marroquíes. Sólo por esta acción ha sido detenido, pasó dos horas en comisaría y parece que será acusado de escándalo público.
Pues no, señor Presidente. El único escándalo que veo yo en este asunto es que su gobierno, igual que todos los anteriores de la democracia, apuesta por satisfacer los caprichos de Marruecos y olvida su supuesto apoyo al pueblo saharaui, que mantuvo mientras se lo permitió la comodidad de estar en la oposición y no tenía que tomar decisiones respecto al conflicto que les enfrenta a la ocupación marroquí. Y siempre es necesario puntualizar bien las cosas porque las palabras, y más si son pronunciadas por un político, nunca son inocentes. Marruecos no tiene ninguna jurisdicción sobre esas aguas, lo mismo que tampoco la posee sobre el territorio que bañan. Han sido arrebatadas por la fuerza a sus legítimos dueños, con la aquiescencia de los últimos gobiernos de la dictadura, y el querer mirar hacia otro lado de todos los de la democracia española.
Intereses estratégicos y económicos llevan a España a mantener unas vergonzosas posturas oficiales cercanas siempre a las tesis marroquíes, que ahora se decantan con el ofrecimiento de una supuesta autonomía política a lo que denominan “territorios del sur”, pero que contiene un veneno que el Frente Polisario nunca tragará. Porque lo que quieren los sahararuis es la construcción de un estado moderno, no someterse a la tutoría del “Sultán”, un sistema que se conoce en la zona como “El Majzén”, modalidad de vasallaje tribal instaurado en el país desde el principio de la dinastía Alaouí. Una monarquía en decadencia, amenazada por el integrismo, la emigración y el caos económico, que habla constantemente de reforma política, largamente anunciada pero jamás puesta en práctica. Y que se ha caracterizado, además, por aplastar cualquier reivindicación de derechos políticos o sociales, como ha sucedido desde los años cincuenta en la zona del Rif, una región sumida en la más absoluta oscuridad.
Por contra, aún sabiendo que todos los pronunciamientos de la ONU han ido en el sentido de reconocer su derecho a que se celebre el referéndum de autodeterminación en el que los saharahuis decidan su destino, una última propuesta del Polisario vuelve a asombrar por su generosidad, tan largamente demostrada en estos años. En ella existe un plan para conceder la nacionalidad saharaui a todos los marroquíes que han sido introducidos en su territorio después de 1975 y que Marruecos utiliza como rehenes que apoyen sus posturas. Otra cachetada sin mano, como suele decirse por estos pagos.
Los canarios lo hemos tenido siempre muy claro. Preferimos ser vecinos de un pueblo con el que hemos mantenido especiales lazos de amistad desde siempre. Su derecho a un estado independiente es inalienable. Sería además un país democrático y progresista, algo especialmente destacable en la zona. Y tenemos muy presente que, en algunos despachos oficiales de Marruecos existen mapas muy sospechosos, en los que las Islas Canarias se encuentran dentro de las aguas jurisdiccionales marroquíes. Eso lo saben en Madrid, igual que lo sabemos nosotros. Así que, volviendo al principio, hablamos del Banco Pesquero Canario-Saharaui. Lo de aguas marroquíes sobra de plano. A ver si nos vamos enterando.
Pues no, señor Presidente. El único escándalo que veo yo en este asunto es que su gobierno, igual que todos los anteriores de la democracia, apuesta por satisfacer los caprichos de Marruecos y olvida su supuesto apoyo al pueblo saharaui, que mantuvo mientras se lo permitió la comodidad de estar en la oposición y no tenía que tomar decisiones respecto al conflicto que les enfrenta a la ocupación marroquí. Y siempre es necesario puntualizar bien las cosas porque las palabras, y más si son pronunciadas por un político, nunca son inocentes. Marruecos no tiene ninguna jurisdicción sobre esas aguas, lo mismo que tampoco la posee sobre el territorio que bañan. Han sido arrebatadas por la fuerza a sus legítimos dueños, con la aquiescencia de los últimos gobiernos de la dictadura, y el querer mirar hacia otro lado de todos los de la democracia española.
Intereses estratégicos y económicos llevan a España a mantener unas vergonzosas posturas oficiales cercanas siempre a las tesis marroquíes, que ahora se decantan con el ofrecimiento de una supuesta autonomía política a lo que denominan “territorios del sur”, pero que contiene un veneno que el Frente Polisario nunca tragará. Porque lo que quieren los sahararuis es la construcción de un estado moderno, no someterse a la tutoría del “Sultán”, un sistema que se conoce en la zona como “El Majzén”, modalidad de vasallaje tribal instaurado en el país desde el principio de la dinastía Alaouí. Una monarquía en decadencia, amenazada por el integrismo, la emigración y el caos económico, que habla constantemente de reforma política, largamente anunciada pero jamás puesta en práctica. Y que se ha caracterizado, además, por aplastar cualquier reivindicación de derechos políticos o sociales, como ha sucedido desde los años cincuenta en la zona del Rif, una región sumida en la más absoluta oscuridad.
Por contra, aún sabiendo que todos los pronunciamientos de la ONU han ido en el sentido de reconocer su derecho a que se celebre el referéndum de autodeterminación en el que los saharahuis decidan su destino, una última propuesta del Polisario vuelve a asombrar por su generosidad, tan largamente demostrada en estos años. En ella existe un plan para conceder la nacionalidad saharaui a todos los marroquíes que han sido introducidos en su territorio después de 1975 y que Marruecos utiliza como rehenes que apoyen sus posturas. Otra cachetada sin mano, como suele decirse por estos pagos.
Los canarios lo hemos tenido siempre muy claro. Preferimos ser vecinos de un pueblo con el que hemos mantenido especiales lazos de amistad desde siempre. Su derecho a un estado independiente es inalienable. Sería además un país democrático y progresista, algo especialmente destacable en la zona. Y tenemos muy presente que, en algunos despachos oficiales de Marruecos existen mapas muy sospechosos, en los que las Islas Canarias se encuentran dentro de las aguas jurisdiccionales marroquíes. Eso lo saben en Madrid, igual que lo sabemos nosotros. Así que, volviendo al principio, hablamos del Banco Pesquero Canario-Saharaui. Lo de aguas marroquíes sobra de plano. A ver si nos vamos enterando.
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