Historias de la calle, desesperanzas
que no llegarán a titular en las noticias.
Perdedores a los que no hacemos caso,
al margen de un mundo en que el triunfo
es el único valor que realmente interesa.
Al amparo de las sombras,
una mujer está a la expectativa,
bajo la mortecina luz de la farola.
Tras el perfil de sus pechos,
se adivinan unos ojos cansados
y la cara pintada a trazos gruesos,
para intentar borrar las huellas
que han dejado las noches frías
y la incertidumbre del mañana.
Ofrece lo que pueda aprovecharse
de su cuerpo ya marchito,
viejo a pesar de los pocos años,
maltratado por una suerte esquiva,
sosteniendo en pie las pocas fuerzas
que la enfermedad maldita le permiten.
Hace tiempo que olvidó quién era antes,
atrás quedaron sus sueños adolescentes,
y el hombre que marcó su destino.
Ahora sólo necesita algo de dinero
para conseguir la siguiente dosis,
pero ya nadie muestra interés alguno
en detenerse en aquella esquina.
Amanece y hoy no se ha movido.
Los ciudadanos serios desvían la mirada,
aceleran el paso, buscan rápidamente
la protección que les otorga la normalidad.
Y una tumba sin nombre será su destino,
mientras cuando llegue de nuevo la noche,
alguien tomará su relevo entre las sombras.
que no llegarán a titular en las noticias.
Perdedores a los que no hacemos caso,
al margen de un mundo en que el triunfo
es el único valor que realmente interesa.
Al amparo de las sombras,
una mujer está a la expectativa,
bajo la mortecina luz de la farola.
Tras el perfil de sus pechos,
se adivinan unos ojos cansados
y la cara pintada a trazos gruesos,
para intentar borrar las huellas
que han dejado las noches frías
y la incertidumbre del mañana.
Ofrece lo que pueda aprovecharse
de su cuerpo ya marchito,
viejo a pesar de los pocos años,
maltratado por una suerte esquiva,
sosteniendo en pie las pocas fuerzas
que la enfermedad maldita le permiten.
Hace tiempo que olvidó quién era antes,
atrás quedaron sus sueños adolescentes,
y el hombre que marcó su destino.
Ahora sólo necesita algo de dinero
para conseguir la siguiente dosis,
pero ya nadie muestra interés alguno
en detenerse en aquella esquina.
Amanece y hoy no se ha movido.
Los ciudadanos serios desvían la mirada,
aceleran el paso, buscan rápidamente
la protección que les otorga la normalidad.
Y una tumba sin nombre será su destino,
mientras cuando llegue de nuevo la noche,
alguien tomará su relevo entre las sombras.
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