El niño salta mientras escucha,
con una sonrisa en la mirada,
las palabras que le dirige
la que seguramente sea su madre.
Se siente protegido y libre,
juega contento en la orilla,
chapoteando en el charco
que la última marea ha dejado
como breve recuerdo de su paso.
Salta batiendo sus manos
porque encuentra una razón
en las palabras y en los gestos
del cariño que lo llevará seguro
hasta el mismo futuro de la memoria.
Apuesto a que ella adora
esos mechones rubios,
las exclamaciones de goce
y el sonido de la carcajada limpia,
que atraviesa transparente el aire.
Ajeno a cualquier reflexión,
él sigue ganando con sus brincos
una pequeña cruzada
a la fuerza de la gravedad
y a todos los males del mundo.
con una sonrisa en la mirada,
las palabras que le dirige
la que seguramente sea su madre.
Se siente protegido y libre,
juega contento en la orilla,
chapoteando en el charco
que la última marea ha dejado
como breve recuerdo de su paso.
Salta batiendo sus manos
porque encuentra una razón
en las palabras y en los gestos
del cariño que lo llevará seguro
hasta el mismo futuro de la memoria.
Apuesto a que ella adora
esos mechones rubios,
las exclamaciones de goce
y el sonido de la carcajada limpia,
que atraviesa transparente el aire.
Ajeno a cualquier reflexión,
él sigue ganando con sus brincos
una pequeña cruzada
a la fuerza de la gravedad
y a todos los males del mundo.
1 comentario:
Gracias. me ha encantado.
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