viernes, 21 de febrero de 2025
HISTORIAS MÍNIMAS: ISLAS DESIERTAS
No existen las islas desiertas. O mejor dicho: existen, pero están atestadas. Atestadas de seres que no deberían estar allí. Hombres, mujeres, peces, monos y plantas viven en ellas. Y también los fantasmas. Encontrar una isla desierta hoy día es imposible. El mundo, vayas donde vayas, está lleno de inquilinos. Ahí está el caso de don Quijote, quien, en pago a sus servicios como escudero, quiso regalarle a Sancho la ínsula de Barataria, pero esta, aun siendo irreal, ya estaba ocupada: por los sueños de Sancho, de Don Quijote y del propio Cervantes.
jueves, 20 de febrero de 2025
PINTURA: ANTONI FILLOL
En 1906 el pintor valenciano Antoni Fillol realizó una obra que tituló sorprendentemente como "El sátiro". En ella se muestra una escena referida a una violación, un tema absolutamente tabú entonces muy lejos de las representaciones mitológicas y religiosas donde sí se recogían este tipo de sucesos. Fillol relató con su pintura la violación de una niña, un hecho real que el artista conoció por la prensa local.
La obra representa una rueda de reconocimiento en las Torres de Quart, donde en presencia de un alguacil y un par de funcionarios que no esconden su aburrimiento, toman presencia un abuelo vestido con camisa de labrador y una aterrada niña de unos seis años de edad.
La pequeñez de la niña recibe toda la carga emocional de la escena, se muerde las manos medio escondiéndose la cara llena de temor, pese a estar arropada por el abuelo, que la anima cariñosamente a delatar a su violador. Mientras, cuatro presos pasan delante y dos de ellos se vuelven en actitud soberbia. El pintor nos pone en la tesitura de descubrir entre los rostros y los gestos de los cuatro hombres al culpable de semejante salvajada, pero también nos permite la duda sobre si existe más de un agresor en la estancia. Al mismo tiempo, nos plantea otras preguntas ¿Dónde está el padre? ¿Por qué la pequeña no está acompañada por su madre? Sin duda el pintor nos está situando ante un escenario sobrecogedor y de gran dureza.
El sátiro es un lienzo de gran formato, mide dos metros de alto por tres de ancho y fue presentado en la Exposición Nacional de 1906, pero fue rechazado por ser considerado inmoral. Solamente fue expuesto una vez, y fue en el Círculo Regional Valenciano de Madrid, a la clausura de la muestra se enrolló y durante más de un siglo estuvo desaparecido.
REFLEXIÓN: TODO DEJA DE EXISTIR
Las cosas que ya no están deben existir en alguna parte. Sólo así puede explicarse que sigan significando tanto, incluso más que entonces. Como la huella del tigre en la selva, un signo que preludia una presencia que estuvo, pero que nadie sabe si llegará a volver. Por más que lo temas. O lo que es peor: aunque estés deseando que regrese. Nada se puede añorar más que aquello que, al marcharse, dejó un rastro delatando el camino de la huida. Porque ese vestigio se reivindica como un mensaje imposible de interpretar. Como ese Dios escondido que decidió darse a la fuga, pero que no deja de hacer señales a lo lejos. Hay ausencias que sirven de punto de partida desde el que medir todas las vidas que ya no tendrán lugar y que fueron posibles.
Las cosas que se fueron compiten con el presente como un fantasma. Y quizá por eso se hacen invencibles. A un espectro no puedes combatirlo. No tiene mandíbula ni partes blandas. Es inmune a los golpes y a los gritos. Es, incluso, impermeable a la verdad, ya que las facultades y hasta la carne conspiran a su favor y en contra de todo lo demás.
Hay memorias que regresan cuando no lo esperas para obligarte a recordar. Ese es el peor castigo, porque la potencia de la remembranza acaba por ser letal. Se equivocaron los físicos: la vida no es una línea. Tampoco es un flujo ni un caudal. Toda biografía se parece a una pendiente enjabonada por la que, sin querer, te deslizas, perdiendo cosas, afectos y personas en contra de tu voluntad. A poco que te muevas, el tiempo acaba haciendo su trabajo. Y es que en la vida, al menos en esta vida, jamás se gana. Como mucho se empata o se retrasa la caída.
Crecer no es cobrar conciencia de que no volveremos a ser lo que fuimos. Es saber a ciencia cierta que habrá un día en el que ni siquiera seremos. Un día en el que lo malo no será que no podamos cumplir nuestras promesas, sino que no estaremos aquí para romperlas. Y aunque ese final remoto quede lejos, hay suficientes evidencias como para constatar la sentencia terrible. Por más que duela perder ese pulso con la naturaleza.
A pesar de que hagamos esfuerzos olímpicos por alimentar una esperanza que jamás estuvo fundada, todo lo que amamos pasará. Es irremediable. A poco que uno rebase la infancia, existe un instante en la vida de cualquier persona en el que se cobra conciencia de que, pase lo que pase, nunca volveremos a ser tan felices como lo fuimos entonces. Y estará bien, y será justo, porque no podría ser de otra manera.
miércoles, 19 de febrero de 2025
POESÍA: SOY O NO SOY
Ya solo me interesa
amoldarme a quien soy,
no necesito estar a la altura
de las exigencias de nadie,
ya soy libre para
abismarme en honduras
insondables y llegar
al corazón de todo.
Con la soledad y la quietud,
el fondo está a la vista,
en lo inmediato.
Clarea la mañana
y me sonrío al espejo.
Miro y escucho,
huelo, saboreo,
palpo la realidad
que se me ofrece
como regazo y vínculo.
Ahora sé
que los cantos rodados,
de redondez
tan dura y bien pulida,
son tiernos por dentro;
conozco que la nube
es veleidosa,
pero sin petulancia,
y alguna vez,
en sus fabulaciones,
se convierte
en un árbol arraigado.
Ahora soy yo,
tengo toda mi atención,
el abrazo, la entrega,
estar entre las cosas
igual que se nos muestran
ellas mismas
en su sosiego y conformidad.
Este asentir unánime
suena con el fervor
de una cadencia,
y más aún porque
el silencio es algarabía
de lo vivo y junto.
No está solo
quien ha conseguido
tenerse a sí mismo.
martes, 18 de febrero de 2025
POESÍA: OPCIONES
¿Para quién engendramos
pesares y ansiedades?
Somos meros concursantes
transitando
un abismo poderoso,
donde cada paso es un desafío
y las púas nos acechan,
sin refugio a los regresos,
por eso devuelvo
con indiferencia
la mirada del que odia.
Bastante tenemos ya
con estar transidos
y llenos de dolores,
pugnando
efímeros consuelos,
que se enfrían
como café con atareos;
poco saboreamos
la miel de nuestro esfuerzo.
¿Será vivir lo máximo posible,
andar a tientas en el riesgo,
hundirnos fieles
al pie de la hecatombe?
No, me niego a aceptar
tales premisas.
¿Para quién es el suspiro?
Este afán nace de los huesos,
y sólo algunos lo advierten.
Todos miran su sendero,
las otras vías no importan,
mucho menos el caído
que clama por ayuda.
No quiero ser de esos,
necesito amarme
pero no por egoísmo,
sino para tener algo que dar
cuando otros lo necesiten.
lunes, 17 de febrero de 2025
POESÍA: GARANTIZADO
Somos hábiles
para destruirte
mientras crees
que te protegemos
y formamos.
Tenemos bautizos.
Profesores.
Leyes.
Patria.
Ejército.
Policía.
Instituciones.
Una cultura que resguardar.
Canales de televisión.
Movimientos políticos.
Ideologías.
Filósofos.
Tertulianos.
Medidas sanitarias.
Elecciones.
Tenemos todo
para convertirte
en lo que somos.
Tu lugar
en nuestro mundo
está garantizado,
no hace falta que leas
las contraindicaciones.
PINTURA: HENRY HERBERT LA THANGUE
Henry Herbert La Thangue (1859-1929) fue un pintor de paisajes rurales realista inglés asociado con la Escuela de Newlyn.
La Thangue vivió en Francia durante tres años. Estaba fascinado por la pintura ‘plein air’ y pasaba sus vacaciones de verano dibujando viajes en Bretaña. Cuando La Thangue regresó a Inglaterra, eligió vivir en el campo donde pudiera pintar las escenas que amaba. Después de la Primera Guerra Mundial, la tranquila vida rural que pintó casi había desaparecido. Aunque el mundo había seguido adelante, el arte de La Thangue se mantuvo igual, sus pinturas se inspiraron en los recuerdos del campo de su juventud.
El naturalismo inglés ha producido sus más famosos y significativos pintores desde mediados del siglo XIX. Especialmente en relación con Inglaterra, esta época de arte sigue siendo tan interesante porque los pintores asignados a ella pintaron en el umbral del milenio. Uno de estos pintores de umbral era Henry Herbert La Thangue. Su trayectoria y su biografía son características de muchos pintores británicos de su generación: estos artistas redescubren la naturaleza, la luz rural y la vida del pueblo como motivo de género una vez más, precisamente en un momento en que, debido a la industrialización, la llamada vida sencilla del campo en su forma clásica estaba cambiando drásticamente, desintegrándose aquí y allá.
domingo, 16 de febrero de 2025
PROSA POÉTICA: AUTORRETRATO
Me reconozco en la poesía que subterránea nace en el hambre, ya sea física o de justicia. O que, polvorienta y baldía crece sobre las marquesinas o colgada por las vísceras de las farolas. Me reconozco en el poema sórdidamente urbano, el que abandonan deshecho en la calzada, el de ritmo agotador y discordante. En el poema que se vuelve dolor y rabia cuando brota pensando en los olvidados. Pero también conozco y reconozco el poema en el diente de león, en el troqueo del mirlo, en el murmullo de la foresta, en la suave parsimonia de la pequeña oruga que colorea con resuelta pericia los élitros de su futuro aleteo. Reconozco el poema como escarcha, como liquen de siglos dormitando sobre la corteza intemporal de la metáfora. Reconozco la poesía como polvo galáctico de mariposas, como polvo de ámbar y sueño.
Por ello me inventé unas alas de pensamiento y espíritu que se enroscasen en mis tobillos con las que despegar el verbo del cemento, elevarlo sobre la boina negra y vestirlo con los ropajes gaseosos de los claveles y la dulce prodigalidad de las higueras. Con esos tobillos alados remonto la flor y el cancionero. Entre los dedos de la brisa, obstinada en portear sobre los versos el aroma de floraciones pretéritas y el mercadeo aéreo de las golondrinas, canto a la felicidad y al sufrimiento, al bien y al mal, a la belleza y el horror.
Y así es esta poesía que reconozco: un continuo ir y venir entre el cielo y el infierno, los dones de la tierra y la maldad humana, adornada de cualidades plásticas, de amapolas, ladrona, envidiosa de la primavera, recolectora de colores, amante de las armonías del bosque. No obstante, si como Juan Ramón ─en la búsqueda esencial del nombre de las cosas─ tuviera que desnudarla, jamás le arrancaría las alas.
Desvestiría mi poema, pero solo para dejarlo como esta mañana virginal y detenida en la mirada de una gata cuando le hablo. Si ha de ser una poesía desnuda que sea aérea y terrestre a la vez; si ha de ser una poesía vestida que sepa desnudar el mundo, a veces con optimismo, pero otras muchas con el dolor del pesimismo.
Desvestiría mi poema, pero nunca abandonaré los ropajes del abrazo. Descalzo y vulnerable cuando escribo, insistiré en dibujar los brazos amigos en cada pequeña porción de cielo, entre adverbios, epítetos e imágenes. Y así, peregrino en pos del círculo sagrado, arcano huérfano y desheredado, preguntaré: ¿Cuánto de sauce llorón y compasivo hay en el mundo? ¿Cuánto de ala? ¿Cuánto de una sonrisa que nos consuele?