La muerte
continuamente encuentra
almas fatigadas
cuerpos abatidos
ilusiones extenuadas
esperanzas desgarradas
revoluciones sistemáticamente
silenciadas.
Siempre hay alguien
esperando en el camino
que recorría
un ser humano
con la expectativa vana
del reencuentro,
siempre hay alguien
al que aún no le ha llegado
el desgarro al alma
y confía en que no ocurra.
Ese efímero instante
que delimita vida y muerte
certeza o incertidumbre
viene presidido por la luna,
la última testigo
que vio con vida
a los hijos, los padres,
los amantes, las ilusiones
antes del último grito
en mitad de la noche,
ese fin anunciado
que todos nos negamos
a aceptar
hasta que acontece.
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