lunes, 6 de abril de 2015

NOS MOLESTA LA VIDA






Sólo tenemos que dejar
de mirarnos el ombligo
para descubrir que la vida
fluye a nuestro alrededor.
Esa vida molesta, díscola,
despiadada o espiritual.
Esa vida infinita que se enreda
a bocados intensos
sobre una humanidad que camina
hacia las insondables fosas
de un destino incierto.
Me cuestiono sobre la razón
por la que a algunos
les molesta tanto esa vida
donde hay opciones para todos
los gustos, conciencias y bolsillos,
lo mismo que existen
palabras rimadas, versos huecos
o pellizcos de alma.
Hay cadáveres infinitos
hilados en el recuerdo
imperecedero de un instante,
voces que quedarán impresas
en los muros etéreos
de una historia construida
a base de momentos.
Y molesta la vida
que no se amolda a nosotros
nos angustian los cambios,
nos agobian los distintos,
desconfiamos de lo desconocido.
Preferimos seguir siendo
el único habitante
de un gigantesco ombligo,
el Narciso primigenio
de una egolatría enquistada
en la memoria.
Queremos ser recordados
a cualquier precio
obviamos el latido, la esperanza,
la luz y el misterio.
No queremos lanzarnos
al vacío de la lluvia
y odiamos los trapecios
sobre el fondo indeciso
de una red sin aristas.
Somos entes vacíos de riesgo
que buscan el orto
ineficaz del silencio.
Nos molesta la vida
Y por eso hemos tocado
este fondo lleno de lodo
donde nos revolcamos.








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