sábado, 21 de marzo de 2015

CARONTE







El paisaje es más hermoso
de lo que podíamos
haber imaginado:
estas montañas que caen
a pico sobre nosotros,
aquel sol radiante
descendiendo sobre la laguna,
allá, a estribor, un arco iris
que refracta la niebla.
Pero tenemos una moneda
de hierro entre los dientes,
un óbolo que debemos morder
hasta el término del viaje
y que cierra la voz que desea
cantar esta boca es mía.
Cantar para las almas tristes
sentadas en el banco
mientras un ser más doliente
que la misma tristeza
y conocido como Caronte
marca con el látigo el compás
y ordena remar sin interrupción,
cada vez más fuerte,
más rápido y atropellado
para llevarnos lejos de la luz...
Hasta que despierto bañado
en el sudor frío y áspero
de una mañana de invierno.






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