jueves, 15 de diciembre de 2011

UNA LEYENDA COMO CUALQUIER OTRA...


Se supo diferente y no le quedó más remedio que aceptar como inevitable que los demás se empeñaran en verlo como un monstruo. A partir de ahí decidió vivir apartado del mundo en lo más profundo del bosque, buscando una paz que sólo la naturaleza le ofrecía y resignado a ser el protagonista de la leyenda de violencia y maldad que habían construido en torno a su persona.

Pero la superstición pudo con todo, incluso con su aislamiento. En un determinado momento, a los del pueblo se les ocurrió la peregrina idea de que estaban obligados a entregarle una doncella virgen cada cinco años para aplacar su supuesta sed de sangre. Nada pudo convencerlos de lo contrario y llevaban así desde que tenía memoria. Al menos les reconocía el detalle de no sacrificarlas previamente. Y descubrió que devolverlas podría ser un peligro para las muchachas, ya que no habrían cumplido con el deber para el que habían sido preparadas por aquella pandilla de estúpidos ignorantes desde el mismo momento de nacer. De manera que cada noche se colocaba el delantal y, resignado, preparaba cena para quince. 

Eso sí, dadas las particularidades de su peculiar familia, jamás dormía solo. Y en perfecta armonía descubrieron placeres inimaginables...

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