viernes, 6 de mayo de 2011

COSTUMBRES



Adquirí la costumbre
-no sé hasta qué punto
considerarla insensata-
de ver virtudes
donde parece no haberlas,
en esforzarme por sanar
el alma de las personas,
de transformar la frialdad
en cosecha de verano
e imaginar que la bondad
podrá fructificar
si se le dan las condiciones
para que aflore.
Así que suelo pensar
que en los ojos que me miran
entenderé algo
que en general nadie ve,
un gesto de interés sincero,
incluso un principio de virtud
ansiando manifestarse.
A veces hasta me siento
como un coleccionista
de esperanzas en el desierto,
o de sonrisas suspendidas
en inestables equilibrios
que sólo yo puedo observar,
de bondades vestidas
con un perfil infeliz y protervo
que puedo ayudar a sanar.
Y qué más da si me equivoco:
lo importante en este caso
es la posibilidad de acertar.

1 comentario:

Montserrat dijo...

Haces bien...