en la que hemos caído tan bajo
que parece que matamos por placer,
pues todo el que empuña un arma
o hace explosionar una bomba
tiene un discurso que explica
la irracionalidad de su acción
y una cohorte de admiradores
que celebran sus atrocidades
como si de una fiesta se tratara.
Vivimos en una etapa histórica
en que las obsesiones destruyen
demasiadas vidas,
y el fanatismo sigue siendo
una carga muy pesada
para avanzar por caminos
de la tolerancia y el respeto.
Vivimos en un periodo
en el que traicionar y matar,
es un buen motivo para los héroes,
y los que no celebran la barbarie
pueden ser marcados con el estigma
de la traición y la sospecha.
Vivimos una era de vergüenza
en la que los que mueven
los hilos del mundo contribuyen
con sus desvaríos aberrantes
a que los vivos celebren
el podrido silencio de los muertos
y en la que demasiada gente
hace del silencio complicidad
con la maldición en que vivimos.
Vivimos tiempos de infamia
en los que el ‘ojo por ojo...’
y el ‘a quién a hierro mata...’
siguen teniendo plena vigencia,
pues el verdugo hace su trabajo
bajo cualquier pretexto
que luego llamarán derecho,
libertad, causa o justicia,
porque el que mata a un hombre
asesina también las ideas.
1 comentario:
Soy solidario quon lo que piensas .Amistades affectuosas
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