sábado, 5 de mayo de 2007

APÁTRIDA


Fui cadáver y renací convertido en otro,
volví a la vida como apátrida del amor,
concebido cual fruto prohibido
y caído de un árbol sin sentido.
Bajo la sombra de la luna
es amargo el sabor que destilo,
porque ha pasado mucho tiempo
desde el día en que supe
que no quedaban manantiales.
Vivo dormido en este organismo,
el deseo es un desierto
calcinado bajo el sol del mediodía
y la tormenta impide que mi barco
encuentre la ruta a algún puerto
aunque ofrezca seguridad y calma.
Soy gemelo de una ola en la playa,
voy y vengo, en un viaje a ninguna parte.
Me identifico con la soledad de la luna,
la dureza de las rocas y el poder del rayo.
El que me conoce es imposible que entienda
por mucho que haga esfuerzos.
Puede que intente seguirme,
pero el dolor lo alcanza antes de encontrarme.
Sólo cuando me encuentro en sus ojos
se entreabren las puertas prohibidas,
el silencio se apodera del aire
y la esperanza ilumina el fragor de la batalla.

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