domingo, 12 de octubre de 2025

REFLEXIÓN POÉTICA: LÁGRIMAS


La lágrima es un diamante pulido. Sin cortes, sin caras, salvo la cara del que llora. Agua y sal. La tierra atrae las lágrimas, pero también se llora hacia arriba. Hay lágrimas que son llevadas directamente ante los dioses. No van en carro de fuego por razones obvias: no están condenadas a la evaporación, sino que ascienden en el ala mojada de las nubes. 

La cápsula, la crisálida transparente de la lágrima contiene la lágrima y una sola lágrima puede hacer todo el llanto. Alimentarse de lágrimas tiene su paraíso en las plañideras. Las lágrimas son su trabajo, no se ganan el pan con sudor, sino con lágrimas.

Las lágrimas en el niño son de un sabor tierno; en la madre pudieran amamantar a un cordero. El niño llora apenas nace, pero no hay lágrima hasta que lacta, hasta que bebe el llanto en el seno, en ese embudo de tristeza, rebosante de vida, ese melón tristísimo que desconsuela. El niño llora ahíto de llanto.

El desierto espera, no por la lluvia, sino por el llanto del viajero perdido. Existe una relojería líquida. Compuertas del adentro. Esclusas humanas. El mecanismo del llanto a veces se descompone y encontramos gente que llora por nada.

¿Y las cosas? ¿Acaso también lloran? Por supuesto, pero sin duelo. A la mesa le corre su lágrima por las piernas, a la silla le corre por la espalda. Lámparas y cuadros van inundando el piso y las paredes. A la puerta se le empaña la mirilla y el picaporte se humedece como si una mano de mirra abriera y cerrara. El grifo nuevo gotea sin gotear, el grifo viejo gotea una lágrima doble. Apuesta por ahogarnos el agua invisible de las cosas. De pronto reconocemos que el espejo llora con nuestro rostro.

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