domingo, 5 de octubre de 2025

POESÍA: VOLVER


Volver. 

De la sombra o la nada 

o las transmigraciones 

o el Reino, 

volver.

Ser voluta de humo, 

chispazo de antimateria, 

pavesa de algún abismo, 

no sé; 

pero volver.


Prometer

no molestar a nadie, 

no incordiar ni dar sustos 

a deudos ni enemigos; 

no consumar venganzas; 

no alternar con licántropos 

ni urdir cortocircuitos:

ser un fantasma 

nada convencional, 

un espectro correctísimo.


Volver, sí, a la tierra, 

es lo que intento, 

pero no me busquen 

en el castillo en ruinas 

ni en la vetusta casa solariega 

a mí que solo puedo

llegar a rastras a fin de mes:

seré un fantasma, 

expuesto a los calores y los fríos.


Me pueden buscar 

entre las multitudes 

que amé y aborrecí al unísono:

aquellos a quienes nunca 

comprendí del todo, 

hombres y mujeres 

en soledad o emparejados 

o ferozmente gregarios.

Estaré junto a ellos 

ayudándoles a arrastrar 

sus cadenas en la noche, 

yo que jamás fui capaz 

de librarles de un solo 

eslabón mientras vivía.


Busquen en mis querencias, 

tal un soplo de nostalgia 

glacial, infinita:

en el tumulto y el color 

de los mercados, 

en las nochebuenas 

y los, amaneceres,

allí la desesperación 

haga brotar extrañas voces 

jamás escritas,

donde haya un aquelarre 

sin convocatoria previa, 

una plática al sol 

de visionarios no catalogados;

en todos los discursos 

políticos silbaré, 

y dirán: es el viento; 

en los desahucios 

y confiscaciones 

haré volar las gorras 

de los funcionarios; 

en el sermón hipócrita 

seré un zarzal ardiendo; 

en la velada festiva, 

un largo silencio aterrador.


Y cómo vibraré, 

carcajada inaudible, 

cuando un perro cualquiera 

levante la pata y haga lo suyo

en pedestal de estatua 

o arco de triunfo.

Si escuchan un torrente 

de aguas claras, 

sabrán que estoy allí, 

fantasma en pleno día. 


Y si las aguas 

corren turbias, 

habrá lágrimas mías 

con los derrubios 

de la tempestad.

Lágrimas de añoranza, 

pues a pesar de todo 

era hermoso estar vivo.

Y si quien tenga ojos 

asiste a un juicio sumarísimo 

y ve caer al juez que se dispone 

a decretar la pena capital; 

si ve que cae de pronto 

sin causa que lo explique, 

como cae un borracho, 

o un títere 

al que quiebran el hilo, 

o un globo 

que solapadamente pinchan, 

sabrá que estoy allí, 

fantasma inexorable, 

dañino, subversivo:

sabrá que estoy allí 

defendiendo la vida.

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