La Globald Sumud Flotilla ha expuesto la cobardía y complicidad de Occidente con las acciones de terrorismo de estado israelí, al ordenar que los barcos de las armadas española e italiana dejen de proteger a la flotilla, y un convoy de ayuda civil queda indefenso a merced de un régimen genocida.
Mientras la Armada israelí anuncia que impondrá una zona de exclusión de 120 millas náuticas —una ocupación de facto del Mediterráneo oriental—, el gobierno español se limita a pedir a la tripulación de la Global Sumud Flotilla que abandone su misión y renuncia a ofrecerles la protección necesaria para llegar a Gaza a través de una fragata de la que no sabemos a qué distancia real está de la flotilla.
Aceptar como normal esta amenaza de asalto a una acción pacífica y humanitaria significa avalar la impunidad de Israel y silenciar la denuncia del genocidio. Por acción y omisión, el gobierno español se convierte en cómplice de lo que pueda suceder. Después de haber respaldado el plan neocolonial de Trump, en el que tienen la cara dura de llamar plan de paz a un sin sentido, cuyo único objetivo es promocionar al impresentable presidente de Estados Unidos como candidato surrealista al Premio Nobel, vuelve a alinearse con el Estado de Israel en lugar de defender el derecho internacional y la vida de quienes intentan romper un bloqueo ilegal. Con esta decisión, el gobierno español con su Presidente a la cabeza, pierde toda la credibilidad para hablar en nombre de quienes nos oponemos al genocidio palestino. Y esto ocurre porque los discursos no sirven de nada, si no van acompañados de posturas y decisiones políticas consecuentes. Las embarcaciones de la flotilla están siendo abordadas en estos momentos y sus tripulantes capturados. Y se hace en aguas internacionales, contraviniendo la legalidad. Lo que está ocurriendo es sencillamente un acto de piratería cometido por un estado que acumula violencia y barbarie a manos llenas por tierra, mar y aire. La pregunta que el gobierno español debe responder urgentemente es para qué se toma la decisión de enviar a la zona un barco de la armada si era para no hacer absolutamente nada. Y es que en algo tan grave como lo que sucede en Gaza, los postureos sobran.
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