En sus mejores sueños
de muchacho,
en los más exaltados,
se veía como el protagonista
de una historia oscura,
de fracaso y resistencia.
Un digno perdedor
que con distancia e ironía
encajaba la derrota,
cantada, de la vida.
Un hombre, al fin,
bastante parecido
a este que hoy
lo observa al otro
lado del espejo.
La moraleja de este cuento
es que debemos tener
cuidado con los sueños
porque, a veces, resulta
que se cumplen.

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