Se cultivan cadáveres:
algunos por ideología,
otros por las religiones,
siempre por intereses
geoestratégicos o económicos.
Por cualquier protesta
una bala,
el Ku Kux Klan
quemando negros,
la guardia civil les dispara
en el Tarajal...
A Valencia llegaban barcos
cargados con habitantes
prehispánicos de Canarias
para ser vendidos
como esclavos,
de Sevilla partían barcos
llenos de esclavos africanos
para las plantaciones
del nuevo continente,
algunas capitales europeas
los tenían en zoos,
ahora en CIES y otras cárceles,
o sencillamente los deportan
a cualquier rincón que no sea
suelo europeo.
Según la genética,
las personas procedemos
de una misma madre
y un padre nacidos en África,
los belgas medían las narices
de los hutus y los tutsis,
las primera tablillas
de Mesopotamia escritas
medían las cosechas,
el petróleo se mide
por la gravedad del conflicto,
de los índices de radioactividad,
Occidente hace tiempo
que perdió la medida.
Te acostumbras,
te van entrenado poco a poco:
las series True crime,
los documentales de animales,
el telediario, las redes sociales...
Al final acabas aplaudiendo
el espectáculo de la muerte,
la de los otros, claro.
-¿Soy Occidental?
-¿Cuál es mi drama?
-¿Cual el bulo, o la mentira?
-No se si esto es un poema.
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