A ambos lados del camino
por el que avanza
una persona solitaria
ya no hay sangre
que puedan
derramar las guerras,
ya no hay hospitales
donde curar a los heridos.
El genocidio
se ha quedado exhausto
y las casas vaciadas
han sido destruidas.
A ambos lados del camino
ha habido mujeres
acurrucando a sus hijos
y padres muertos
y hay un silencio arrollador
que cumple su condena.
La guerra
no ha terminado aún
y ahora un tipo
ebrio de poder y dinero
pero sin corazón ni alma,
dice que ese lugar
a ambos lados del camino
debe transformarse
en un paraíso turístico.
Los que allí viven
no cuentan,
les obligará a irse,
la limpieza étnica
de dos millones
de personas continúa,
aunque no se vea
reflejado en esta imagen
el camino es en realidad
un río de color rojo.
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