Hay quien dice
que la luna es la tilde
de la tierra
y pienso en ello
cuando miro al cielo
cortado por los cables
surcado por aviones
y aleteos instantáneos.
Realmente, en mi caso,
está ahí para admirarla.
Luego veo a la gente
y querría aprenderles
esa forma
de acentuar la vida
sobre tan fatigados
interrogantes
de este globo
que no cesa
de pegarse dentelladas
en perpetuo canibalismo.
Para ellos querría
derramar mi corazón
entre sus manos,
pero hace tiempo
que dejé de admirar
al conjunto
de la especie humana
y me quedo solamente
con esa gente
semioculta y minoritaria
que brilla en lo oscuro
con enorme esplendor.
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