En la voz de la noche
se oyen todas las voces
que callan durante el día.
Negras voces distantes
que llaman desde lejos
y saben nuestros nombres
y aguardan
en los claros de los bosques
a que andemos perdidos
para poder llevarnos
a su reino
de misterio y de bruma.
Turbias voces
que claman desde dentro,
nos hablan cuando menos
lo esperamos
y se visten de rabia,
a veces de ternura,
casi siempre de fe
en lo inaprensible.
Voces que son
redoble de conciencia
y no las calla el mar,
el viento ni la lluvia.
Embriagadoras
voces de sirena
que nos rozan la piel
y que interpretan
con su tacto
de rosa sin espinas
la música calladade los cuerpos.
Voces que son el eco
de otras voces
que no se acaban de ir,
que nos persiguen
con paciencia de siglos.
Voces amigas,
voces subterráneas,
voces abstractas,
voces encendidas,
voces secretas,
mudas, incorpóreas,
sordas, muertas,
sublimes, minerales…
Voces que a veces
vienen de lo alto,
vestidas de hermosura,
y nos cantan sin miedo
esa otra canción
que nos aguarda para darnos
ese poco de felicidad
que una vez merecimos.
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