Estoy conduciendo
y de pronto pienso
que en realidad
no somos conscientes
del peligro que corremos
al hacerlo.
Entre esto y la nada
basta solamente
con un minúsculo
movimiento.
Un descuido, una tonta
rendija de azar
y el peso de mis huesos
puede acabar
contra la cuneta.
Una mariposa de frío
atraviesa el paso,
mis ojos quedan
prendidos de su salto
y la suerte me sonríe
porque ningún
desastre sucede
y puedo llegar
tranquilamente
a mi destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario