REFLEXIÓN: VETOS EN LOS ALQUILERES

Por razones que no vienen al caso, recientemente me he mudado de casa. Necesitaba con una cierta urgencia encontrar una vivienda de alquiler y en el proceso de búsqueda me he encontrado con un par de sorpresas que no puedo dejar de comentar. Sabía a priori que los precios están por las nubes y esta experiencia a nivel personal no ha hecho más que confirmarlo, con esta cuestión no creo que vaya a sorprender a nadie, así que no sé trata de eso. Pero hay otras dos cuestiones que no me esperaba:

La primera afecta dolorosamente a los que tenemos mascotas. Dicen las estadísticas que solo un 5% de los dueños de pisos en alquiler aceptan un inquilino con animal de compañía, según el portal inmobiliario Fotocasa. Es como buscar una aguja en un pajar, que en mi caso fue aún más radical, puesto que no pude encontrar ni una sola oportunidad de poder trasladarme a mi supuesta nueva vivienda con alguno de mis gatos. Algo que resulta incomprensible, porque para muchas personas las mascotas son más que simples animales y forman parte de su familia. Es tremendamente injusto tener que sufrir esa dolorosa separación porque a la inmensa mayoría de los arrendadores les da igual que una ansíe compartir su casa con sus seres queridos.

La segunda sorpresa que me he llevado ha sido el veto que también aparece cuando quien aspira a conseguir una casa de alquiler está jubilado. Me pasó en varias ocasiones que, una vez que los dueños me consideraban idóneo para acceder a la vivienda, se echaron atrás al comprobar que ya estaba disfrutando de mi jubilación. Por más que le doy vueltas para encontrar una posible razón que explique algo tan incomprensible, no la encuentro. Tal vez esté en un estúpido bulo que habla de que en caso de problemas con el inquilino, por la vía legal es más complicado rescindir un contrato de alquiler si el implicado es una persona mayor.

Resulta irónico que en una era en la que la empatía y la inclusión ganan terreno, nos enfrentemos a una realidad tan discordante: Los animales y la gente mayor están vetados en el mercado de alquiler de viviendas.