A veces,
encadenamos
una reja a la bicicleta
para que no puedan
robarnos la casa.
No te preocupes:
nunca te robarán
la vida,
siempre estará
encadenada
a la muerte.
Aunque bien mirado,
el problema es
que estamos encadenados
a los que se consideran
dueños de la vida
y de la muerte
y reparten esta última
a su antojo.
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