martes, 6 de febrero de 2024

POESÍA: DUDAS


¿Es necesario este saber

hacia donde descienden

las liturgias?

¿Es necesaria esta voz

que vira hacia el mar

y desde el mar renuncia?


¿Es su vocación

lo que busco?

¿La irreversible

danza de los nombres?

¿Si acaso quemadura?

¿Si acaso lentitud?

¿Si acaso obstinación

en la memoria?

¿Llegar tarde a decir

lo que se intuye?


Sin embargo, volver

el rostro hacia las cosas,

al tiempo propicio

de las cosas.

Esto no es, en el fondo,

lo que busco.


Lo que busco es un mar

inaprehensible.

No.

No es eso

(¿no es eso?)

lo que busco

es abismarme de mirar

las voces que he amado

con estas manos mías

fatigadas de asombro.

Estar como se está

en lo agudo del mundo.


Saberme en mi principio

y en mi quiebro.

Lo que puede ser

y no nombrado.

El hueco sin final

de lo que he perdido.

Lo demás es rastro

y abandono,

es cierto,

llegar aquí o allí

tomando como

tiempo irredimible

el deseo y sus cruces.


¿Es necesario, entonces,

lo que busco?

¿La danza de los nombres?

¿Su sed?

¿Saberme en mi principio

y en mi quiebro?


Mas qué sé 

que haga suficiente 

este estar rendido

de puro no poder

saberle al canto,

no vagar más en círculos,

bregar con los sofismas

de los dioses.


De qué modo vendré

si todo duele en mí

como una luz que parte

con sonidos hermosos.

De qué modo decir

que en mí se vierte

lo móvil y lo inmóvil.

De qué modo decir

la gravedad de mi amor

por todo lo que tiembla.


Bendita claridad

—me lo repito.

Bendita claridad.

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