sábado, 17 de febrero de 2024

CINE: SABEN AQUELL


Eugenio era un humorista muy especial, que nos hacía reír desde la tristeza. Combinaba la gracia que salía de su boca con una puesta en escena insólita. Era un señor de apariencia muy seria, sentado en un taburete, que convertía en arte sus silencios, ritualmente acompañado por una copa en la mano y un cigarrillo en la boca, con capacidad hipnótica, voz profunda, maestro de la pausa, con un sentido del humor tan brillante como exótico. Con elementos mínimos creaba espectáculo: desprendía magnetismo y una gracia muy particular. Igualmente, los chistes que grababa en casetes, eran celebrados masivamente por la gente, en soledad, en compañía o en familia.

Y antes del éxito multitudinario, él y su esposa, Conchita, buscaron su lugar bajo el sol formando un dúo musical. Con un éxito muy discreto que daba lo justo para poder comer ellos y sus hijos. Actuaban en pubs y locales pequeños. Se querían mogollón. Y se entendían. Sobre todo, ella a él. Hasta que la depredadora enfermedad se cebó con la guardiana de la familia. Pero esta mujer tan inteligente fue consciente antes que nadie de que la originalidad y el supremo talento de su pareja no radicaba en las canciones que creaban e interpretaban conjuntamente, sino en su creatividad como humorista.

David Trueba narra admirablemente la historia de esta pareja singular. Es un director que siempre ama y respeta a los personajes de sus películas. Hace todo creíble, complejo, lleno de vida, emocionante en algunos momentos. Como el llanto final y desolado de ese hombre genética o vocacionalmente introvertido y secreto, lleno de miedo y de inseguridad cada vez que tenía que actuar en soledad ante los espectadores.

Existe un guion potente y un modélico traslado a las imágenes. Los sentimientos están descritos con sutileza. También la intimidad de estas personas, sus deseos y sus incertidumbres, sus sueños, el terror a la pérdida, la llegada del éxito por un camino que no podían sospechar. Cuántas cosas ocurrían en el interior de aquel señor que nos alegraba la vida, cada vez iniciaba su gozoso trabajo con el inconfundible: “Saben aquell que diu”.

Mención especial para Carolina Yuste en el papel de Conchita y David Verdaguer como Eugenio. Simplemente magistrales. 

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