Hay acciones más vistosas que mil manifestaciones y la que ha llevado a cabo el colectivo de artistas callejeros Redretro en el Metro de Madrid es una chispa de ingenio en medio de la destrucción. Algunas estaciones amanecieron esta semana transformadas en pancarta y en megáfono sin necesidad de gritar. La céntrica estación Tribunal se convirtió en “Netanyahu al Tribunal”. La estación La Granja fue “La Franja”. República Argentina se trocó en “República Palestina”. Las Suertes fue “Las Muertes”. Y la parada Alto de Extremadura se convirtió en “Alto al Exterminio”. Más fino que atacar un Velázquez para llamar la atención sobre el clima.
Pero las bombas vuelven a caer sobre la población de Gaza sin distinción entre niños o adultos, entre inocentes y terroristas y sin que por parte del Gobierno de Netanyahu recibamos nada más que amonestaciones por no cerrar filas con su venganza ciega sin aparentes miramientos a la legislación humanitaria internacional. Si está intentando cumplirla, no se nota en absoluto. Netanyahu fracasó a la hora de vigilar la seguridad de su país, como había fracasado antes a la hora de salvaguardar su democracia. El intento de someter a la justicia a su reforma intervencionista mientras era objeto de investigaciones por corrupción desató protestas masivas que parecen ya quedar atrás. Y la forma en que ignoró un informe detallado sobre los propósitos de Hamás, tal y como informaba ayer The New York Times, será su responsabilidad con la historia, al considerar que no disponía de infraestructura suficiente para ponerlo en práctica.
Si se calcula que la bomba de Hiroshima causó 66.000 muertes el primer día, una atrocidad que nunca lograremos digerir, el inmisericorde bombardeo de Gaza sigue caminando con firmeza rumbo a la lista de esos grandes hitos de matanzas de civiles que nos avergüenzan como humanidad y en la que se pueden incluir Dresde, Bucha, Ruanda o Vietnam. Un ministro israelí llegó a pedir el lanzamiento de una bomba atómica y fue desautorizado por ello pero, en realidad, si la primera fase de la guerra ha dejado 15.000 muertos y acabamos de empezar la segunda tras unos días de tregua, en pocas semanas podemos tener medio Hiroshima sobre la mesa. Es verosímil.
Que en este contexto, que el gobierno israelí se muestre ofendido porque el presidente español condene lo que está sucediendo nos debe importar un pimiento. Los que perpetran un genocidio han de saber que lo condenamos sin paliativos, aquí no hay diplomacia que valga.
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