Son las 3 de la mañana
la hora de los poetas,
de nuestros
consecuentes insomnios,
de nuestras palabras no dichas,
de nuestros pensamientos
nunca aclarados,
de nuestros rencores ocultos,
de nuestros amores sin olvido.
Son las 3 de la mañana
la hora de los poetas,
de las voces
en nuestras cabezas,
de los silencios
que intentamos acallar
con el sonido del lápiz
en el papel,
o del teclado en el móvil.
Son las 3 de la mañana
la hora de los poetas,
el momento
en que nos imaginamos
la vida que tendríamos,
de haber elegido
cualquier otra manera
de no existir.

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