¿Dónde están ahora
los vencejos?
Todo el aire es un hueco
en el que nadan hojas frágiles,
larvas de mariposas venideras,
cadáveres de brisas, inefables
pájaros por nacer.
Y un lugar revestido
de aves blancas
necesita el oscuro contrapunto.
El poeta dice para siempre
en dulce augurio:
“volverán las golondrinas…
” sí, como vuelve
el árbol a cantar hojas,
la nube a ser amor líquido,
o la tristeza a ir al mar.
El poeta habla
de los muertos, tan solos.
De la ausencia
de manos en el arpa.
De ángulos oscuros
donde el espectro
de la noche vive…
Pero ¿y los vencejos?
Quizás alguien los encuentre
suplentes del latido
y la esperanza.
¿Dónde…?
El ser que los reclama,
el que confía en ellos,
el que añora
“volverán”, los recuerda,
interminable.
Pero se han ido.
Ya veremos lo que ocurre,
el invierno también
se está yendo lentamente.
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