No quiero
que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.
No quiero
que el pan se escatime,
que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.
No quiero
que en los labios
se encierren mentiras,
que en las arcas
se encierren millones,
que en la cárcel
se encierre a los buenos.
No quiero
que el labriego
trabaje sin agua
que el marino
navegue sin brújula,
que en la fábrica
no haya azucenas,
que en la mina
no vean la aurora,
que en la escuela
no ría el maestro.
No quiero
que las madres
no puedan conciliar,
que las chicas
no tengan amores,
que a los niños
les pongan el hambre,
el frío y el miedo.
No quiero
que la tierra
se parta en porciones,
que en el mar
se establezcan dominios,
que en el aire
se agiten banderas
que en las residencias
se nos olviden los viejos.
No quiero
que los hijos desfilen
con fusil y con muerte
en el hombro;
que los mandemos
a disparar los fusiles
que fabriquemos
fusiles para ellos.
No quiero
que me manden
Fulano y Mengano,
que me fisgue
el vecino de enfrente,
que me pongan
carteles y tópicos
que decreten
lo que es poesía.
No quiero
que se ame en secreto,
que se llore en secreto
que se cante en secreto.
No quiero
que nos tapen la boca
cuando decimos No Quiero.
2 comentarios:
Precioso y contundente canto de protesta, Paco.
Saludos cordiales desde el blog Dulcineas.
Gracias. Un cordial abrazo
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