Miro al mundo,
repleto de dolor,
y el mundo me devuelve
su mirada,
una mirada insomne,
abochornada,
anegada en sufrimiento,
aullando al horizonte.
No hay corazón
que aguante en sus latidos
tantas vidas rotas,
absurda letanía
que repiten las piedras
milenarias.
No hay entereza
que resista el grito,
ni muro que sostenga
la mentira cuando
nos miramos al espejo.
2 comentarios:
Qué buen poema, hablando de la mentira del mundo! No hay ojo humano que resista mirar a través del espejo, sin descubrir que nuestras almas no conjugan con la mitad del resto el mundo. Saludo Paco, te invito a leer mi último post.
Un abrazo Paco
A veces ni siquiera conjugo conmigo mismo. Por eso nunca se termina de aprender sobre la profundidad del alma humana. Un saludo, amiga.
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