Una noche sin luna.
Aves siniestras.
Bajíos diabólicos
trazados en piedras
que doblegan
la bajamar.
Y doblegan
el paso de los errantes
que huyen
de su mala ventura.
Llegan solamente
con los frutos amargos
cosechados
en la nada.
No ríen
no cantan
no lloran.
Así desfallecen al llegar,
atrás quedan
los sentenciados
en quimeras fatídicas,
su sombras vagarán
eternamente entrelazadas
con destellos que alumbran
los fondos marinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario