El mundo acumula
desastre tras desastre
y sin embargo,
sé que ahora mismo
sobre el techo de alguien
se abre el cielo
como una fruta fresca.
En este mismo instante,
se derrama su jugo
sobre esa persona.
Y aunque no sea yo,
esa convicción
a mi me es suficiente
para mantener viva
la llama de la esperanza.
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