El poema no es un problema,
ni una ecuación a resolver.
No intentes buscar
sentidos ocultos ni pseudo
misterios. Deja al poema
resbalar como música,
deja al nudo de palabras
buscar su eco en nosotros,
como un radar, peces libres
patinando entre las olas.
Despoja el cinturón
a las palabras,
que jueguen, lascivas ahora,
temerosas luego, que sean
bosque ahora, madre después,
humo, reloj, navegante…
Un alfabeto sin normas,
en re mayor o re menor,
a fuego vivo o lento…
Acoge las palabras
como vienen,
sin pedirles nada a cambio.
Si buscas misterios
te afanas en vano,
el poema solo puede
quebrar las puertas
de tu caja negra.
El verdadero misterio
es por qué somos
las personas
incapaces de vivir en paz,
y por qué huye el dinero
hacia aquellos
que ya lo tenían
en suficiente cantidad.
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