Antes de quemarnos
como chuletones usuarios
de este manicomio
de coches, fábricas,
centrales nucleares
y relojes sin tiempo
podríamos intentar
escapar, parar
y comenzar a no hacer nada.
Porque este sistema
llamado capitalismo
es enemigo de la vida,
nuestra vida debe ser
enemiga suya
para que haya tiempo
para todo,
para que el único desperdicio
sobre la faz de la tierra
y el hombre sea de tiempo:
Tiempo para la Asamblea,
para la Democracia,
para lo durable,
para las sinergias,
para el respeto,
para el relax,
para la vida reparada
al lado del erizo, el cisne,
el murciélago, el petirrojo
volando entre jirones de ozono.
Tiempo para cumplir años,
para estar bien informado,
para evitar las metas,
los límites, las fronteras...
Porque apenas nos queda
tiempo para seguir
equivocándonos.
Escapa, apaga tu muerte,
llénate de lentitud,
de calma, de festividad
de sentido,
porque ese es el tiempo
para la vida,
el que se expande
a medida que se regala,
si queremos que tenga
un para qué, un fin
antes del fin, más allá del fin
al que nos tienen destinados.
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