Fulgura tu alma viejita
a la luz de la noche
en un caos de silencios
y soledades,
a veces lo que toca
no se elige,
lo imprevisible destroza
ese castillo de naipes conquistado.
Algunos dirán
que solo fuiste una gata,
pero no tienen ni idea.
En un principio,
somos todos un puñado
de desconocidos
que buscan cariño
tal que la suerte,
a tientas y difusos.
Tú nos serviste el tuyo
en bandeja de plata,
como solo las almas buenas
saben hacerlo.
No sé cómo despedirme
y he pensado que igual
solo puedo estar a la altura
con un poema,
pero es que a veces ni eso.
Gracias Ali
por todo lo que nos diste.
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