domingo, 14 de noviembre de 2021
CUENTOS MÍNIMOS: LA DIMISIÓN
Llevaba cerca de 30 años en la empresa y podía haberse jubilado ya, pero su trabajo era su segundo hogar. Aquel mes de abril todo cambió. El director general fue sustituido por otro mucho más joven y preparado, a juzgar por todos los másteres que tenía. Nuestro hombre empezó a notar algunos cambios que le inquietaban. Las reuniones para definir las estrategias pasaron a ser briefings. Los comerciales que recibían una gratificación por superar sus objetivos, ahora recibían awards. Ya no hacían descansos para el café, ahora hacían coffee breaks. A pesar de ser persona de mente abierta, no terminaba de entender esa obsesión por usar términos en inglés. Lo comentó con el nuevo director, o como ahora había que decir, con el CEO. Su respuesta insinuaba que estaba obsoleto. De repente, sintió una necesidad imperiosa de ser feliz. Escribió una carta, en perfecto inglés, al nuevo director con una expresión en español que no tradujo, ni falta que hacía ya que el CEO era de Logroño: “Váyase usted al carajo que yo dimito hoy mismo”.
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