No sabemos nada.
Nos matan de hambre
y nos alimentan
con incertidumbres.
No sabemos nada.
Nos venden retazos de realidad
que, para colmo, tenemos
que pagar a plazos.
Nos envuelven en verdades
de plastelina
mientras cocinan
un mañana envenenado
con palabras vacías.
No sabemos nada.
Por no saber, no sabemos
ni quiénes son en realidad.
Quién se esconde
tras sus marionetas.
Quién dirige realmente
este teatrillo tan cutre.
Quién sujeta ese telón
que se destiñe
con cada nueva mentira.
No sabemos nada.
No quieren que sepamos.
Sepan, pues, que no podrán
matar nuestras preguntas.
Sepan que sólo el interrogante
nos hará libres.
Sepan que aprenderemos
a saber aunque
todavía no sepamos cómo.
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