Se compran anillos,
da igual si de desposado
o viuda de soledad íntima
con vistas a un recuerdo
que palidece en el tiempo.
Se compra la medalla
del triunfo aquél celebrado
sobre el podio de lo fugaz
para perderlo luego
para perderlo luego
en el del hartazgo y la noche.
Se compra el colgante
Se compra el colgante
heredado tras el último
suspiro de una abuela,
extraviada previamente
en el abismo cruel
de la memoria destruida.
Se compra la diadema
que ayudó a moldear
que ayudó a moldear
una hermosa cabellera,
escalando sosegada
por entre los hombros
de una mujer amada.
Se compra estilográfica
que delineara letras de tinta
sobre algún diario íntimo
y el contrato de la hipoteca.
Se compran pulseras
Se compran pulseras
que encarcelaron manos
como grilletes de un amor
como grilletes de un amor
envenenado que sólo deja
rastros de dolor y venganza.
Se compra el relicario
Se compra el relicario
con mechones de lluvia,
testigo mudo o delator
testigo mudo o delator
de apetitos desbocados
o simientes de ternura.
Se compra, en fin,
Se compra, en fin,
el diente dorado que irradió
una sonrisa carcomida
por la caries de la pena
y el más triste abandono.
Tiendas donde se compra oro
Tiendas donde se compra oro
como símbolo del despojo
de un concepto social
que palidece y se evapora
amparando un paisaje
de abatimiento y ruina.
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