Quizá su error
haya estado en pensar
que lo que pudo
servirles antes
servirá también ahora.
Puede que sigan
en el convencimiento
de que las falsedades
son un argumento
para utilizar eternamente,
que somos tan tontos
que siempre les dejaremos
practicar a su antojo
el oficio de defraudarnos.
Pero quizás ha llegado
la hora de buscar
nuevas formas
de organización social
y expresión política.
Puede que la crisis
nos haya dado el empuje
y la indignación necesaria
para arrojarles a la cara
su engreído proceder
y quizás por eso
sentimos la necesidad
de salir a las calles
a elevar al aire
las manos desencantadas
y respirar la convicción
de que a partir de ahora
las teorías y las prácticas
van a verse obligadas
a tener en cuenta
a las personas.
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