Historias de la noche, esas en las que el destino es cruel con las pobres almas arrojadas a la acera, contra las que suele cebarse como si les hubiese clavado un puñal desde que nacieran...
- ¿Sigues viviendo en el país de las hadas?- comenta socarrón el camarero de aquél bar de mala muerte a una pobre anciana que apuraba melancólica el último vaso de la jornada...
- No. Ahora vivo en el país de las mujeres que hablan solas...
Y dicho esto, vuelve a clavar la vista en el vacío como si llevase haciéndolo mil años.
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