jueves, 14 de octubre de 2010

ENCUENTRO


No creo que pueda describirla
tan fácilmente
un poema no conseguirá
ser el retrato que la haga
imaginable a los sentidos
sin cometer una injusticia.

Es de la estatura
de la palabra hermosa
cuando la sangre
se llena de prodigios.
Su pecho izquierdo
es una luna que renegó del cielo
y las estrellas mismas
bajaron a crear su otro seno.

No la conozco con nombre fijo:
A veces es torrente
a veces libertad
a veces huella
siempre nobleza.

Una trampa acecha
justo bajo su cintura:
Los pantalones le permiten
pervertir desnudez en mis harapos
y a su falda no le importa
que el sexo se destape
para ejercitar las historias
que el amor bosqueja.

Es una toda suerte
que así sea
porque la ropa es un estorbo
que impide descubrir
lo que significa cuando mira
y suspira por sus ojos.

Es mi fortuna
pues no tiene cerraduras
que detengan al viento:
no se viste para prohibir
sino para inventar mi deseo
insistiendo en misterios
que se entrevén mágicos
y sumamente perturbadores.

Instintivamente sabe
de qué lado gotea la poesía
cuando trata de humedades
y es un vergel
que esconde todo tipo
de frutos entre sus piernas.

La busqué en la esperanza
de que ella misma sería
la recompensa.
La encontré y puedo decir
que fue como encontrarme
con un sueño milenario
que todo hombre ha buscado.


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