martes, 1 de diciembre de 2009

ESPACIOS


Sé generosa:
ayúdame a ser mejor,
a sentirme más limpio,
a liberarme de las lacras
que me aprisionan
y de todas las culpas
que me significan.
Tengamos juntos
una consideración
con el pecado original,
déjame probar
el fruto del árbol
del placer más generoso:
ese que tienes
en el centro mismo
de lo que ocultan tus piernas,
tostadas por las caricias
del maldito sol,
que tanta envidia
llega a provocarme.
Por cierto...
¿Te has fijado lo arrugadas
que están las sábanas?
Se lo merecen,
por querer ocultar a veces
la belleza que diseminas
por la cama,
ese increíble espacio
donde coinciden
todos nuestros lugares.

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