sábado, 25 de abril de 2009

GÉNESIS


Nace la vida en el seno femenino,
pero hay más a destacar
entre los prodigios que las mujeres
le aportan al mundo:
Sus cabellos cual cascadas
precipitándose hacia el abismo,
sus ojos iluminando a la propia luz,
las sirenas susurrando en sus bocas,
llenando el aire entero
de sonidos más palpables
que cualquier objeto
lleno de energía o inanimado.
Luego están las manos
y los labios cual discos rojos,
soles arrebatados
sobresaliendo entre las flores,
los peces, los carteles luminosos,
las máquinas y mi piel,
que tanto los anhela.
Cuerpos que transmiten alma,
estimulantes orgánicos
dibujando ritmos latentes
en la raíz de sus caderas
desde el principio del tiempo.
Mujeres ante las que se acobardan
las sombras de la tristeza,
de las que huyen las soledades,
y que llevan consigo
las fuentes vitales de la magia:
Cuando asoman tras el horizonte
se vuelven mucho más bellas,
sutiles y transparentes
las razones de nuestra existencia.

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