lunes, 9 de junio de 2008

VIOLENCIA SEXISTA


El ave de presa saborea
el terrible seísmo
y la repugnancia infinita
causados por su maldad.
En el pubis del alma
de su víctima
se transpiran angustias
ante las urgencias
del verdugo:
De un talante cotidiano
servil y cobarde,
en el contexto adecuado
da rienda suelta
a sus bajos instintos,
vomitando violencia
donde debería haber
ternura y afecto.
El fracasado incinera
así sus frustraciones,
forzando injusticias
en un cuerpo profanado
y a una mente
que tardará en recuperar
el ánimo secuestrado.
Y la libertad se ve abocada
al sufrimiento,
mientras es obligada
a aparearse con un monstruo.

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