Una de las ventajas de ponerse a tirar viejos papeles que se han ido acumulando con el paso de los años, es que te puedes encontrar cosas que ya habían entrado en el Olimpo del Olvido. Eso ha ocurrido esta semana. Entre un montón de cosas que uno se pregunta por la razón de haberlas guardado en su momento, ha aparecido un viejo poema que mi hija escribió como trabajo para el cole, cuando estaba en cuarto de primaria. Teniendo en cuenta las cosas que uno ha tenido que leer en este mundo de internet, no está nada mal dada la edad que tenía. Espero que nadie se moleste por esta pequeña muestra de orgullo de padre mal disimulado. Dice así:
Deseo, amor, seducción
dicen tus ojos, cual rayos de luz
que al amor tú miras, sueños.
Roce, caricias, calor
dicen tus manos, cual seda
que desean conocerme por fuera.
Palabras, sonrisas, lágrimas
es el exterior tan firme, fuerza
que en el interior es delicada, cual cisne.
Llanto, dolor, sufrimiento
siento en mi interior, gris
que te veo y no te veo, ¡Oh amor!
Muerte, oscuridad, secretos
que en mis pensamientos me miras
y en tu mente me olvidas.
Abandonos, recuerdos, ayer,
amarga transparencia en tu ánimo
y... ¡ácida traición!
Deseo, amor, seducción
dicen tus ojos, cual rayos de luz
que al amor tú miras, sueños.
Roce, caricias, calor
dicen tus manos, cual seda
que desean conocerme por fuera.
Palabras, sonrisas, lágrimas
es el exterior tan firme, fuerza
que en el interior es delicada, cual cisne.
Llanto, dolor, sufrimiento
siento en mi interior, gris
que te veo y no te veo, ¡Oh amor!
Muerte, oscuridad, secretos
que en mis pensamientos me miras
y en tu mente me olvidas.
Abandonos, recuerdos, ayer,
amarga transparencia en tu ánimo
y... ¡ácida traición!
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