viernes, 8 de agosto de 2014

UN NIÑO






Es un niño
que anida un mundo
y clama por él mientras llora.
No es la angustia
en el costado izquierdo
lo que duele,
no es ese saberse
ya marcado
por las horas del presente,
por un tiempo sin infancia.
No es tampoco el espanto
del costado derecho
el que lo inunda
aunque a través de él
entienda el significado
de la tristeza.
No, tampoco le hacen agua
la agonía de la frente,
esa marca abre el perdón
a todo aquello que lo vulnera,
que lo evita y no obstante
no logra detenerlo.
No es el tormento
que aguijonea su mente
la razón de esas lágrimas
que manan,
ni sus ojos son reflejo
de un tiempo que desconoce,
que le han negado
y del que intentan borrarlo.
Tampoco el ahogo en el pecho
logra ser la causa
de esas lágrimas que fluyen,
porque su pecho herido
ahora sabe y siente
y vibra más que nunca.
No llora ese niño
por la opresión y la injusticia
sino por la certeza
de que le han secuestrado
su derecho a la niñez
él que al fin y al cabo
no es más que un chiquillo.





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