En la balanza de la vida,
colocamos nuestra alma
sobre el lado umbrío
de la felicidad
y desgranamos
el transcurrir de los días
mientras estos pasan
hermosos en ocasiones
y terribles en otras.
La existencia despliega
sus redes por épocas
sin darnos una oportunidad
para saber si viene
con la intención de salvarnos
o herirnos de tristeza,
sólo viviendo podremos
ser conscientes
de nuestra naturaleza
y con suerte
convertirnos
en supervivientes
de nosotros mismos.
Con los años cada pasión
alcanzará su vacío
y hasta podremos aprender
de la pureza o levedad
con la que nuestros ojos
podrán estar preparados
para mirar más lejos
y dejará nuestro cuerpo
un rastro lineal de silencio,
del hermoso sentido lúcido
de una huella cristalina
a pesar del declive vivido.
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