Ojalá que no existiera palabra
que la defina, porque llamarla Poesía
puede convertirla en objeto de cambio y especulación, un pretexto para
despreciar a los que se quedaron fuera del coto cerrado formado por las élites
culturales y los círculos de iniciados. Lo que denominan Poesía resplandece
como el amor y la pasión, como un vino milenario o una noche donde todo se
conjuga para obtener respuestas, que nace como una flor entre bosques perdidos,
en una tierra fronteriza que sólo existe como símbolo para nombrarla, para
aproximarse a su sentido, y es capaz de sobrevivir entre lo baldío como una
rosa en el desierto sin importarle el exilio y la persecución de la belleza. Lo
que llamaron Poesía rompe los silencios, es una voz que nos nombra y nos mira, el
lugar donde encontrar otro destino al que jamás llegaremos de otra manera, en
un lenguaje que no dice lo habitual y sabido en este baile entre tinieblas.
Créeme, es amor y rebeldía,
por ello si te preguntan cómo definirla, mejor explicar que alguien enamorado
de la vida decide desde el respeto jugar con sus formas, con sus colores, con
sus palabras, con sus sonidos y sus sentidos, pero también con sus dudas,
tibiezas e injusticias hasta tender los puentes que nos llevan y nos devuelven
a nosotros mismos, a nuestros derechos más inalienables porque desnuda la
realidad para mostrar su armazón fabricado por las multinacionales y los intereses
creados por los poderosos. Devuelve a las palabras su sentido perdido
haciéndoles el boca a boca sin vocación de dogma, es el espejo donde nos
miramos sin reconocernos, el dolor y lo terrible desde donde ha de nacer de
nuevo la esperanza, desdeñada desde una pulsión ciega de dominio ejecutada
desde el Poder.
Resulta que alguien
sencillamente se ha enamorado de la vida, la ama por encima de todas las cosas,
la ve como una posibilidad que tiene más que ver con el ser que es lo contrario
de la cosa, de lo dado y lo muerto. Un salto en el vacío, un sujeto para el que
están hechos los verbos como embarcaciones en la inmensidad del océano y hay
que partir en una aventura única al encuentro de otras vidas entre continentes
oscuros. Un libro blanco y mudo que espera el rastro de nuestras palabras únicas
e irrepetibles, que dejen en sus páginas las sombras de su vuelo. Sombras y más
sombras, chinescas, oscuras y ciertas, capaces de resonar en nosotros y abrir
las puertas reales con llaves imaginarias, una religión laica que exige mucho a
sus acólitos sobre emoción, belleza y compromiso. Por eso se le teme y posterga
tanto desde ciertas alturas, quizás sea esa la razón de que en el emocionante
mundo de la literatura siempre haya estado en una posición minoritaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario