Que nadie se ofenda,
pero es que no puedo
dejar de preguntarme
sobre cuándo y por qué
la existencia comenzó
a decolorarse de esta manera,
como ha sido posible
que se nos despintase el alma
y el corazón de los hombres
se haya podido tornar
vulnerable, débil y frío.
De pronto el tiempo
fue una sombra insípida
y los días cobraron
tal espantosa uniformidad
que el ser humano
dejó de serlo para convertirse
en esclavo del trabajo,
del más atroz consumismo
los miedos atizados,
el ansia de comodidad
y el afán de no pensar
para que otros lo hagan
en su lugar mientras accede
a ser engañado
de la manera más penosa.
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