jueves, 13 de febrero de 2014

CANARIAS: EL REFERENDUM Y LA CONSTITUCIÓN



Algunas reacciones a la propuesta de referéndum del presidente del gobierno canario están resultando un poco surrealistas. Lo que la mayoría de la izquierda isleña encuentra mal del anuncio de Paulino Rivero, es que no se aplique a otras cosas.  Cada uno muestra su particular receta: Un referéndum sobre el puerto industrial de Granadilla, la reforma electoral, el Régimen Económico y Fiscal... A partir de ahí la lista puede volverse interminable. Prodigioso descubrimiento: el referéndum como chute vitamínico al deteriorado sistema democrático: la varita mágica a todos nuestros problemas. El referéndum como alfa y omega de una verdadera democracia participativa. Y empiezan a resultar sospechosos aquellos que no lo admitan como un método ya no intachable, sino inmejorable para la toma de decisiones políticas democráticas. A la izquierda que padecemos, esa que abomina del régimen electoral pero se relame pensando en los diputados, senadores y concejales que les prometen las encuestas, al parecer le traer sin cuidado que esta sea una operación política del presidente Rivero legalmente inviable y de la que solo puede extraerse réditos propagandísticos. Compañeros, explotemos las contradicciones del sistema, como rezaban las viejas jergas de hace cincuenta años, por otra parte tan parecidas a las nuevas.

Sinceramente, un referéndum no tiene por qué ser el mejor mecanismo de toma de decisiones. Los muy civilizados suizos acaban de manifestarse impresentablemente en una consulta para limitar con severidad xenofóbica la entrada de emigrantes en la Confederación Helvética. Como técnica de participación política los referéndums tienen ventajas, pero también costes: ofrecen soluciones en blanco o negro para problemas complejos, limitan la autonomía de los representantes públicos y restan incentivos al debate y el acuerdo, sin contar con sus problemas operativos. Supongamos que en este caso se pudiera hacer una consulta jurídicamente vinculante sobre las prospecciones de Repsol: Lanzarote y Fuerteventura votan mayoritariamente en contra, pero gana en el conjunto regional el voto a favor por un estrecho margen: Tendríamos un resultado a todas luces inviable. Aún así lo primordial es que sobran razones para oponerse por cualquier medio y con perfecta legitimidad democrática, a una amenaza ecológica y medioambiental de primer orden, dadas las inalterables posturas de Repsol y el Ministerio de Industria, que no atienden a razones ni ecológicas ni científicas. Con todas las suspicacias que ocasione en el fondo y la forma, y lo convoque Rivero o Pepito el de los Palotes, bienvenido sea al menos el debate sobre la posibilidad del referéndum para que cada canario tome conciencia de lo que la lamentable propuesta de prospecciones petrolíferas significa para el medioambiente y la economía canarias y nuestro derecho a decidir sobre lo que verdaderamente nos concierne.


Y si existe una Constitución que les sirve a algunos de pretexto para negarnos ese derecho y atentar contra el archipiélago, tal Carta Magna ha perdido su razón de ser, porque en su día se redactó para que sirviese de marco legal democrático, en contraposición a las leyes que sustentaron la dictadura. Si ahora se esgrime como corsé, una parte esencial de su espíritu renovador se ha perdido por el camino. Y de paso, El Contrato Social que nos une al resto del estado empieza a resquebrajarse. Así de simple es la cosa.



No hay comentarios: