El 18 de febrero de 1963, una
mente libre lanzó un reto literario y a través de unas gafas de pasta, rompió el
vidrio de la realidad y golpeó con fuerza a las mentes dormidas. Hasta ese
momento, las víctimas habían permanecido en la demencia, pero contra todo
pronóstico, sanaron de repente. Fue la literatura
como milagro: una alineación planetaria asombrosa que nos enfrentó con la
auténtica razón que ha de sostener la existencia.
El milagro fue Rayuela, de
Julio Cortázar, una novela que cumple 50 años pasando de mano en mano como
panfleto libertario, como si hubiese salido a la palestra literaria por primera
vez. Los que fuimos un día deslumbrados por esta maravilla la seguimos viviendo
con deleite y en lo personal me sigo preguntando cada vez que vuelve a mis
manos cómo fue posible tanta belleza, cuanta esencia lúdica encerrada en sus
páginas, cuanto placer de pensamiento, digresiones filosóficas e interrogantes que
nunca dejan de exprimir una sonrisa y múltiples reflexiones, convertido el
lector en irremediable cómplice de lo que lee, inmerso en un duelo con la forma
de principio a fin e identificado con personajes que han acompañado (y siguen
haciéndolo) a varias generaciones.
Además, Cortazar le regaló su
París a nuestros corazones, ese mito romántico de callejuelas laberínticas, chicas
en bicicleta, manos en los bolsillos del gabán, sexo libertario, jazz, alcohol
y una ética personal coherente en la esperanza de encontrar algo que valga la
pena en la vida, sin pedir apenas nada. Hoy, con este podrido mundo lleno de
cabezas saturadas de una realidad enfermiza, Rayuela sigue enviando su mensaje
sanador e irreverente, su espíritu rebelde, renovador e iconoclasta.
Si han cometido el sacrilegio
de no haberla leído, tienen una oportunidad única, les aconsejo que no la
desaprovechen: Con motivo del cincuenta aniversario de la obra, Alfaguara ha
publicado este mes una edición renovada de "Rayuela" que incluye un
mapa de París donde transcurre la novela y un apéndice donde Cortázar mismo
cuenta la historia del libro a través de cartas enviadas a sus amigos. En cada
página pueden encontrar palabras, frases que son un tesoro, aquí les dejo uno
de una belleza deslumbrante: ‘Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por
los dos juntos’.
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